El panorama actual de vehículos híbridos y eléctricos en Colombia presenta desafíos y oportunidades para la industria y la sociedad en su búsqueda de una movilidad más sostenible.
En lo que va del año (enero a julio), las ventas de vehículos en Colombia han experimentado una significativa disminución, registrando un descenso cercano al 30% en los segmentos de automóviles, utilitarios y pickups. Si consideramos los segmentos de vehículos de carga, vans y taxis, la reducción alcanza el 21%. Estas reducciones tienen un impacto no deseado en toda la cadena de valor de la industria automotriz y en la red de productos y servicios asociados.
La caída en las ventas de automóviles afecta inicialmente la demanda de servicios de posventa proporcionados por los concesionarios de las marcas, como el mantenimiento, reparaciones y repuestos.
Esta dinámica presenta un desafío para la pos-venta de las marcas, que ahora debe idear estrategias de retención de clientes. Al mismo tiempo, brinda una oportunidad para la red de centros de servicio independientes, que pueden diversificar su oferta y con ello, mejorar sus recursos y capacidades para atender a los vehículos equipados con estas nuevas tecnologías.
Los vehículos con motorización eléctricos e híbridos han experimentado un modesto crecimiento del 6,6% en las ventas en comparación con el mismo período del año anterior (enero a julio de 2022), el cual se justifica en parte por los beneficios arancelarios y que no están cobijados por las restricciones en la movilidad que acompañan a estos vehículos.
Es evidente la acogida de estas tecnologías en la región, resaltando que nuestro país presenta el mayor crecimiento en 2022. Esto no es un asunto menor si consideramos los desafíos relacionados con la generación y distribución de energía eléctrica, así como el impacto ambiental positivo que proviene de la reducción de emisiones contaminantes.
A pesar de esto, en Colombia aún hay un largo camino por recorrer. La expansión de la infraestructura de estaciones de carga es uno de los desafíos principales, abordado mediante proyectos como la ruta de movilidad eléctrica, que permitiría el desplazamiento nacional con automotores eléctricos y se uniría a iniciativas regionales.
La implementación en estaciones de carga en hogares y grandes unidades habitacionales es otro punto a considerar en la masificación del uso de vehículos eléctricos o híbridos enchufables, ya que implica contar con redes de distribución que soporten la carga en los picos de consumo.
En la actualidad, los vehículos con motores de combustión interna siguen dominando el mercado colombiano. Las tecnologías “limpias” representan un 19% del total de vehículos vendidos en los segmentos de automóviles, utilitarios familiares y pick-ups.
Las motorizaciones térmicas, que incluyen gasolina, diésel y gas natural, han mejorado su eficiencia energética al máximo, reduciendo drásticamente las emisiones contaminantes.
Tecnologías como los turbos de geometría variable, la gestión eficiente de las válvulas, la reducción de peso mediante nuevos materiales, mejoras en sistemas de transmisión, telemetría y ajuste del funcionamiento del motor, siguen contribuyendo en la reducción de emisiones contaminantes, hasta que las tecnologías de monitoreo amigables con el medio ambiente se consoliden.
Estudios experimentales realizados en CESVI COLOMBIA han permitido identificar la reducción media del consumo de combustible por tipo de configuración que puede alcanzar hasta el 75% en entornos mixtos, que incluyen áreas urbanas y extraurbanas, para configuraciones de vehículos PHEV o híbridos enchufables. Es relevante destacar que en el país existen beneficios arancelarios diseñados para incentivar la adopción de estas tecnologías por parte de los consumidores.
En vista del impacto ambiental positivo de cada tecnología, los beneficios fiscales y las restricciones a la movilidad deberían reflejar ese impacto. Esto es particularmente evidente en el caso de los híbridos ligeros si consideramos que es el de menor impacto ambiental.
Colombia goza de una ventaja en términos de fuentes de generación eléctrica. Nuestro perfil energético nos brinda una capacidad instalada distribuida de la siguiente manera: energía hidráulica 68%, térmica 30% y fuentes renovables 1-2%, incluyendo energía solar y eólica. Esto sin tener en cuenta el gran potencial de la energía undimotriz o generada por mareas en nuestras zonas costeras.
El consumo energético, en condiciones hidrológicas adecuadas, se compone de un 85% de energía hidráulica y un 15% de energía térmica y fuentes renovables. En situaciones de hidrología crítica (como el fenómeno del Niño), el consumo energético se divide en un 50% de energía hidráulica y un 50% de generación térmica y fuentes renovables.
Este escenario claramente no favorece los beneficios de las tecnologías más limpias, en particular los autos eléctricos e híbridos enchufables. Esto plantea un reto para el país en términos de diversificación de fuentes de energía eléctrica renovable, así como para el mercado con la adopción de nuevas tecnologías, como los vehículos eléctricos de pila de combustible (FCEV), que desempeñarían un papel fundamental en la transición hacia una movilidad más sostenible.
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