Cesvi Colombia explica cuál es el significado de la madurez al volante y su relación con la edad.
Bogotá, 15 de febrero de 2017.– La madurez como conductor se va desarrollando de acuerdo con la experiencia y responsabilidad que tenga frente al volante. Estas actitudes están ligadas a la edad del mismo, es decir, que la madurez se adquiere cuando un conductor determina a partir de situaciones de riesgo, nuevas formas positivas al conducir.
Madurez se puede definir como aquel estado en el cual la persona alcanza su plenitud de vida y es responsable de todos sus comportamientos. Dicha connotación encierra muchas características y circunstancias que, aplicadas a la conducción, están ligadas con la edad y su experiencia.
Dentro del contexto estadístico mundial, un conductor es considerado joven como aquella persona que oscila entre los 18 y los 24 años, aunque en realidad existan conductores con menor edad (16 a 18 años), los cuales estarían siendo llamados «preconductores» por no estar dentro de la media de edad para la obtención de la licencia. Cabe recordar que en Colombia basta con haber cumplido 16 años para poder aspirar a la licencia de conducción.
Una gran ventaja de los jóvenes conductores es tener excelentes cualidades de tipo psicológico y físico para la conducción. Es muy raro que padezcan enfermedades que perturben una buena conducción como, por ejemplo, la disminución de la visión o la audición.
Por el contrario, los jóvenes tienen algunas cualidades psicológicas como excelente capacidad de anticipación o una buena coordinación bimanual (volante, cambios), lo cual los hace especialmente aptos para desarrollar con eficiencia la tarea de conducir.
La experiencia en el conductor
La experiencia en las personas está definida como el hecho de aprender o conocer por sí mismas. Esta definición, aplicada en la conducción, contradice el perfil del conductor joven porque estos carecen de ella por su edad. Por lo tanto, la probabilidad de afrontar situaciones de riesgo y tomar decisiones correctas está reducida por su misma condición.
Los jóvenes difícilmente han desarrollado los suficientes «reflejos» que les permitan aprovechar adecuadamente sus capacidades naturales. Es muy frecuente confundir tiempo de reacción con reflejos.
De hecho, se suele decir que los jóvenes tienen buenos «reflejos» porque sus tiempos de reacción y su velocidad de anticipación son especialmente buenos. Pero la realidad es otra porque los reflejos son el resultado de la experiencia consolidada, los cuales permiten que la situación de riesgo que se percibe confronte con el acumulamiento de conocimientos y experiencias del conductor y, en consecuencia, este pueda tomar la decisión correcta.
Sin duda el tiempo de reacción es importante porque acorta el lapso necesario para la toma de decisiones, pero esta depende en gran medida de la experiencia.
Ante una eventualidad, un conductor joven, por ejemplo, al ver un ciclista atravesándose sobre la vía puede tardar ¾ de segundo en visualizarlo, tomar la decisión de pisar el freno y pasar el pie derecho del acelerador al freno.
Para una persona adulta el tiempo normal de reacción puede llegar a ser de un segundo, lo cual no garantiza que el joven tenga menor probabilidad de evitar el atropello frente a la persona madura, porque la mejor opción hubiera podido ser eludir al ciclista con una fuerte acelerada, acompañada de una maniobra evasiva al volante y, todo ello, en un segundo.
Por lo anterior, los investigadores coinciden y concluyen que un conductor no puede considerarse «experto» hasta que no haya conducido por lo menos 100.000 kilómetros como mínimo.
Surge entonces la pregunta de si se debe corregir a los conductores jóvenes para que lleguen a la madurez en la conducción o simplemente dejar que solos vayan ganando experiencia.
Actitudes del conductor experimentado
Las actitudes que identifican al conductor joven y al conductor maduro comienzan por entender que los jóvenes son como son, con toda la carga de valores positivos y negativos, pero su inexperiencia sólo se corrige con experiencia, la cual se adquiere conociendo las normas y practicando y recorriendo muchos kilómetros hasta adquirir los hábitos y reflejos condicionados que definen al conductor seguro, como la advertencia del peligro.
El grupo externo, como su círculo cercano y la sociedad circundante, juega un papel fundamental en el conductor joven, porque éste es una persona vulnerable a las influencias de los amigos con quien convive, quienes pueden llevarlo a efectuar acciones peligrosas en la conducción como el aumento de la velocidad, ingerir alcohol mientras conduce o no cumplir las normas de tránsito.
Por lo tanto, reflexionar sobre sus consecuencias lo llevará a ser autónomo en sus decisiones y mucho más seguro en la conducción. Un conductor maduro y experto es aquel que es consciente de la problemática de la accidentalidad y que asume su conducción con responsabilidad.
En consecuencia, siempre se debe pensar en los demás usuarios de la vía, luego es importante actuar con prudencia respetando en todo momento las señales de tránsito.
En conclusión, la madurez en la conducción está directamente relacionada con la experiencia, pero es importante entender que un conductor, cuando está en su etapa de aprendizaje, debe adquirir buenos hábitos que reflejarán en el futuro una conducción segura.
Es importante entender que, aunque se tenga experiencia en la conducción, no se pueden olvidar los peligros a los que se está expuesto en la vía. Por lo tanto, el exceso de confianza puede ser contraproducente.
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